El colaborador de La mar de campos lanza un libro que recuerda cómo fue la vida en la localidad, sus costumbres y vecinos que contribuyeron a su historia

Por amor a un pueblo. Con esta frase se podría resumir el libro que el colaborador de La mar de campos Justino Rodríguez Poncela ha dedicado a «su patria», La Mudarra. Una villa que define como un «territorio mitológico». Un lugar que a pesar de no ser su localidad natal le ha dado todo: desde su familia a un montón de amigos, muchos de ellos protagonistas a lo largo de las 400 páginas del tomo.

Natural de Bercero, llegó al pueblo de su corazón con siete años. «Mi padre trabajaba en la central eléctrica de Ponferrada, cuando surgió la oportunidad de trasladarse a otra instalación de este tipo, en La Mudarra, mucho más cerca de nuestra casa». 

Para saber el germen de ese enorme amor de Justino por esta villa debemos ir un poco más adelante, a la década de los 60, cuando el escritor y cronista tenía 13 años. «Me voy interno a Córdoba, en lo que en aquellos tiempos se conocía como Universidades Laborales». Entre esa ciudad y otras como Tarragona, Huesca y Alcalá permaneció lejos de su hogar hasta los 20 años. «Estar a 500 kilómetros de distancia de todo lo que tenía y vivir en un ambiente tan duro como eran los internados de la época me hizo hizo añorar enormemente La Mudarra». Sus calles, el ambiente, los charcos o el olor a paja quemada cobraban vida a través de los textos que realizaba en la parte favorita de su formación: «cuando el profesor nos pedía hacer una redacción con temática libre, y siempre elegía mi municipio». 

Su corazón se repartía entre su pueblo y el de una chica, Mercedes, su vecina de ‘toda la vida’. «Me declaré cuando solo tenía 16 años. Ahora es mi mujer y junto a ella he tenido dos hijos y una hija», explica de manera entrañable. Así pues, los recuerdos hacia la joven y La Mudarra servían de motor para superar aquellos momentos de dificultad. 

La pareja se casa en 1977. Para entonces, Justino trabajaba desde hacía un año en el instituto riosecano. «Aquellos primeros años los pasamos entre La Mudarra y Medina de Rioseco hasta que con el nacimiento de mi hija, cuatro años después, nos asentamos definitivamente en la ‘Ciudad de los Almirantes’». Sin embargo, «como nos tiraban tanto nuestras raíces íbamos los sábados y domingos, e incluso entre semana a nuestro pueblo». 

Al mismo tiempo, crecía su afición por la informática, lo que llevó al mudarreño a convertirse en el responsable de Informática del instituto, un espacio que él mismo había impulsado como concejal en aquel momento. «No me formé y todo lo aprendí por mi cuenta. Tanto me gustaban los ordenadores que enseñaba a los propios profesores y arreglaba averías –por sus síntomas sabía lo que fallaba al instante- a lo largo de toda la comarca. Incluso iba a otros colegios a echar un mano, lo que me llevó a conocer a buena parte del profesorado».

Tal el era el carisma de Justino a lo largo y ancho de Campos y Torozos, que en 1997 el alcalde de La Mudarra, Eladio Álvarez, le encomienda la bonita labor de pregonar las fiestas de San Antonio. «Solo pedí un pregón tipo y algo de historia del pueblo. Recibí el mejor texto de este tipo que jamás hubiera leído y un pequeño recorte de periódico. Con todo ello, elaboré una alocución con la que quedé satisfecho en aquel momento, por no tanto hoy». Como experto en informática y agradecimiento «lanzo una página web en la que hablo de la localidad». Lo hace en un momento en el que la Red está ‘en pañales’ y «casi nadie sabe ni acceder a ella». Así nace Villamudarra, que más tarde se extendería a un canal de YouTube. 

Aquella búsqueda incansable de datos históricos e información se traduce en su primer libro. «Vendí 105 ejemplares a pesar de que no tenía casi contenido». Al mismo tiempo aparece la revista El Santillo, en donde también escribe; al igual que a partir de 2007 en La mar de campos, como cronista oficial de la villa. «A lo largo de todos estos años recorro muchos lugares de España para recabar datos o descubrir otros lugares que llevan el nombre de La Mudarra, como una ermita en Palencia o unas minas en Cuenca». Sin olvidar, los muchos San Antonios que recogió con el paso de los años. «Tengo una colección enorme».

Con el auge de las redes sociales surge una página de Facebook sobre La Mudarra. «Me propongo poner cada viernes una historia, y cumplo con ello». 

GRACIAS A LA COLABORACIÓN

Entonces Justino echa la mirada atrás y se da cuenta de que tiene todo lo necesario para un nuevo libro. Así nace ‘La Mudarra. Su historia, mi historia’. «Estoy muy orgulloso del trabajo final. De hecho, hay partes que son muy brillantes, como la iglesia, la escuela, la Casa Grande y el cuartel». También hay capítulos que «pueden resultar más arduos para el lector, pero son necesarios, porque a través de sus páginas rindo homenaje a las personas». Un pueblo que «lo pasó mal» por su falta de recursos y que «lo hicieron grande nombres de antes y de ahora que debían aparecer». En este sentido, reivindica la colaboración de sus vecinos y amigos. Porque sin ellos, «el libro no sería posible». Y es que «sobre todo la última parte cuenta con muchos testimonios de ellos». Aunque eso sí, uno de ellos ha sido especialmente importante. Es Felipe González –fallecido hace dos años-, que «era una auténtica enciclopedia de La Mudarra del siglo XX y con el que me intercambié muchísima información».

La maquetación del libro ha recaído en Roberto Cuña y la impresión en Calprint, en Medina del Campo. Una empresa que «me recomendó Guillermo Garabito». Y es que las sorpresas en torno a su historia llegan incluso en la producción del propio libro. «Cuando visité las instalaciones me enteré de que en la sección de rotativa se imprimía La mar de campos». Destino o casualidad, el número de abril de este periódico comarcal viajó junto a los primeros ejemplares del tomo en la misma furgoneta hasta Medina de Rioseco.

Justino reconoce que la aceptación de este trabajo «ha sido muy buena y todos los ejemplares se agotaron durante su presentación en La Mudarra». Así que «he tenido que encargar una nueva edición».

Aquellas personas que quieran hacer con ‘La Mudarra. Su historia, mi historia» pueden contactar con su a autor a través del número de teléfono 669 537 809.