Texto: LAURA AGUADO / CARLOS BADÁS

Rápido al reaccionar ante una situación de extrema gravedad, sangre fría para tratar de salvar la vida de un hombre y pericia para ejecutar las maniobras de reanimación. Luis Antonio Martín Rivera es un vecino de Valladolid que se ha convertido en héroe después de salvar la vida a un hombre que sufrió un accidente de tráfico después de sufrir un ataque epiléptico en Medina de Rioseco.

El vallisoletano es un gran conocido en los pueblos de Tierra de Campos, en donde trabaja como repartidor de Seur para la empresa HK Express desde hace casi 15 años. Eran casi las diez de la mañana cuando Luis esperaba dentro de su furgoneta en el ‘stop’ que se encuentra a la altura del cuartel de la Guardia Civil de Medina de Rioseco para cruzar hacia el Polígono Ganadero, en donde debía entregar su próximo paquete. De repente otro vehículo pasó frente al suyo a tan solo 15 centímetros de distancia, estrellándose contra la cuneta. Sin dudarlo, dejó rápidamente su puesto de conductor para ayudar al hombre, que estaba sufriendo un ataque epiléptico. «Por suerte pude acceder al interior, porque muchas veces este tipo de turismos no permiten abrir la puerta desde el exterior», explica. Entonces, «me encontré con una persona que estaba convulsionando; y como tenía la boca cerrada con gran fuerza, se estaba ahogando». Al final, «pude abrírsela y bajarle la barbilla, y tras darle varios golpes en el pecho pudo reaccionar».

Al mismo tiempo llegaban varios agentes de la Guardia Civil que ayudaron en las tareas reanimación. Fue tal la emoción de Luis, que no pudo evitar gritar durante varios segundos. De hecho, «tuve la adrenalina por las nubes durante todo el día». No es para menos. Varios años atrás cuando trabajaba como camionero vio como un compañero fallecía entre sus brazos tras intentar salvarle sin éxito en un accidente en la carretera. «Entonces lo pasé muy mal, así que esta experiencia es una alegría enorme».

Al día siguiente el accidentado contactó con Luis para expresar el agradecimiento eterno por salvarle la vida. Como no recordaba nada, «le conté un poco lo que ocurrió». Además, «pude explicarle que los dolores y moratones que sufría alrededor de sus labios se debían a la gran fuerza que tuve que hacer para abrirle la boca».

La determinación, rapidez y eficacia en las maniobras realizadas por este héroe sin capa, cuyo auxilio inmediato fue clave para la supervivencia del hombre que sufrió el ataque mientras conducía.