La historia del futbolín se entreteje con diversas teorías sobre su origen, siendo la más prevalente la idea de permitir a niños que habían perdido extremidades en la Guerra Civil disfrutar del fútbol. Un invento que se asocia al gallego Alejandro Finisterre, que colaborando con el carpintero Francisco Javier Altuna, diseñó el primer modelo de futbolín con muñecos de piernas separadas, que se convirtió en el estándar en España.

Un deporte tan popular como desconocido. Porque aunque es difícil ver un futbolín de un bar vacío, son pocos los que saben que cada fin de semana no faltan torneos que se reparten por todo el territorio nacional e incluso más allá de nuestras fronteras. Quizás algo que pueda sorprender a muchas personas, tanto como que la comarca cuenta con un joven campeón que desde que comenzara a competir en 2019 no ha parado de cosechar éxitos. Javier Pascasio se ha pasado más de la mitad de su infancia y adolescencia en Castromonte y aunque actualmente vive en Valladolid «mis recuerdos del pueblo de cuando era pequeño son realmente bonitos». Presume de sus raíces en en esta villa de las llanuras de los Torozos, aunque «soy mitad extremeño». Su abuelo paterno emigró hasta el territorio para trabajar como encargado de la fábrica de Castrovita. «Era un zapatero y manitas de la época que encontró el amor en el pueblo y nunca más marchó».

Precisamente fue el amor lo que propulsó la afición de Javier por el futbolín. «Se me daba muy mal jugar, pero conocí a Alicia, que es mi pareja desde hace diez años». Ella había vivido toda su vida en la zona de las Angustias en Valladolid y se había convertido en una hábil maestra de este deporte en la mítica sala Jóker –actualmente desaparecida-. En realidad, «la gran campeona es ella, hasta el punto de que ha ganado muchos campeonatos». Sin embargo, «no quería que fuera solo el novio de la chica que juega al futbolín, así que comenzó a enseñarme a jugar». Fue entonces cuando descubrió que eso de hacer ‘arrastres’, contras –el delantero rival no puede contraatacar si ha lanzado el portero y la defensa- o las ‘feas’ ruletas no estaban permitidas.

Con el paso el tiempo el joven de Castromonte se animó también a competir. Se especializó en el puesto de portero, lo que implica el manejo de las dos barras defensivas .«Y aunque acudimos juntos a los torneos cada uno tiene su pareja de juego», subraya. De hecho, «Alicia es mucho más competitiva que yo, y a pesar de que me gusta ganar, trato de tomarme las partidas de manera alegre y siempre estoy de broma». Porque si algo tiene claro es que «para afrontar cada juego es clave estar en compañía de gente ‘sana’ y con una actitud positiva». Algo que ha vuelto a conseguir con Fran, su compañero. «Es un amigo de siempre con el que ya había compartido manillares y que vuelve a ser mi delantero». Un reencuentro con el que se está «muy contento». Y es que aunque es un gran deportista «es aún mejor persona, y tengo claro que suceden cosas positivas cuando estas al lado de gente buena».

Javier explica que para mejorar en este juego «es fundamental tener cabeza, porque la fuerza sin control no tiene sentido». Un buen portero «tiene que parar y sacar la bola, pero hay que hacerlo con colocación, disciplina y habilidad». Factores que le han llevado a cosechar grandes resultados desde que se hiciera con primer título en 2019: una Liga de Futbolín Tsunami de Nuevos Jugadores. Sería en parado, que es su forma de juego favorita. Sin embargo ha sido este año y en movimiento, que no es su especialidad, cuando ha logrado un cuarto puesto en El Open de Castilla y León. Hasta ahora «el resultado del que me siento más orgulloso. Entre medias, no se ha bajado de los primeros puestos del pódium en casi cualquier cita a la que se a animado a competir.

Éxitos que no vienen solos. «Porque hay que entrenar mucho, algo que no es barato, ya que hay que rascarse el bolsillo para pagar las partidas». La ecuación para convertirse en un buen jugador la completa un buen grupo de personas con las que practicar. «No hace falta que sea muy numeroso; de lo contrario, ralentiza el aprendizaje porque hay que esperar más». Y como no, «un lugar en el que sentirse a gusto». Algo que ha encontrado en el Bar Avenida de Valladolid. «El ambiente es muy bueno y sus dueños, Juanjo y Lorena, son personas excepcionales».

Elementos que hacen que la pasión de Javier por este juego sea cada día mayor, a pesar de echar en falta «una federación seria». Existe cierto estigma de que es un juego de bar, pero no es fácil, «porque hay personas que hacen que el futbolín no sea deporte como tal». En este sentido, aboga por «cuidar al jugador más pequeño, porque muchas veces se ven beneficiados los grandes campeones y todos aportamos lo mismo a cada campeonato». Además, «existe falta de disciplina y cuando un jugador llega tarde no recibe ningún tipo de sanción». Además, «apuesta por una formación reglada para los árbitros».

Le gustaría aprovechar el tirón para situar a Castromonte en el mapa del futbolín, además de impulsar la afición entre los jóvenes del territorio. «Quiero que sea la sede de un gran torneo en mi pueblo, porque cuenta con un entorno ideal para ello». La idea es «empezar a hablar con el alcalde, Heliodoro de la Iglesia, que es una gran persona que está haciendo grandes cosas nuestro municipio».