El profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid recorre en la obra las funciones de este histórico edificio

El profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid, Javier Burrieza, presentó ayer su libro libro ‘La Santa Espina: Monasterio y Escuela. Los Hermanos de la Salle y la creación de la Primera Escuela Agraria de España’. Una obra, que el Patronato de la Fundación de la ‘Santa Espina’ edita, y que que amplía la conferencia que realizó este autor en 2014, cuando se celebraron los 125º años de la creación de la Escuela y Asilo de La Santa Espina, germen para el establecimiento de la primera Escuela Agraria de España. Todo ocurrió gracias a la iniciativa de la marquesa viuda de Valderas, Susana Montes y Bayón, condesa de La Santa Espina y hasta entonces propietaria, junto con su difunto esposo del desamortizado monasterio de los cistercienses fundado en aquel espacio privilegiado de Tierra de Campos. De esta manera, esta gran propietaria facilitó un espacio de formación para los huérfanos de las localidades más cercanas, reduciéndose no solo a las primeras letras sino a un futuro conocimiento del trabajo en el campo.

El Salón de Actos del Centro de Formación Agraria de Castilla y León del Monasterio de la Santa Espina acogió la presentación, en donde el obispo auxiliar, Luis Argüello; el subdelegeado del Gobierno, Luis Antonio Gómez; y el alcalde de Castromonte, Heliodoro de la Iglesia; acompañaron a Burrieza.

El libro cuenta con 153 páginas y 12 capítulos. Burrieza recorre las funciones que ha tenido este histórico edificio, desde su fundación como monasterio cisterciense con la gran figura de la infanta Sancha Ramírez y la existencia de una reliquia que presuntamente perteneció a la corona de espinas de Cristo. Tras el proceso de exclaustración y desamortización, sucedido a partir de 1835, el monasterio se vio abocado a un proceso de deterioro y tuvo distintos propietarios hasta que lo compró el riosecano Ángel Álvarez y Alonso, hombre de confianza de la Corte de Isabel II y creado por esta soberana como marqués de Valderas. Será tras su fallecimiento en 1883, cuando su viuda, la mencionada marquesa Susana Montes decidió realizar un centro educativo y asistencial, contando con la ayuda de Cipriano Rivas y con la elección de unos maestros en los Hermanos de La Salle, religiosos que habían llegado a España en 1878 y habían fundado en Valladolid el Colegio de Lourdes. Los que pusieron en marcha la Escuela y Asilo para huérfanos, así como la Escuela de Agricultura estuvieron especializados en estas enseñanzas y además presentaron frutos de su formación en distintas ferias, muy premiados incluso en el extranjero. Todo ello estaba dirigido por el Patronato de La Santa Espina, presidido por los descendientes de la marquesa viuda de Valderas, con un importante capital inicial.

La Guerra Civil provocó un cambio de uso en el monasterio pues allí se instaló un campo de concentración que todavía convivió con los niños y jóvenes de la antigua obra educativa hasta que la renovación vino dada en los primeros años cincuenta por el ministro de Agricultura, Rafael de Cavestany, un hombre que tuvo una visión de cambio en el ámbito de la agricultura española. Eso se apreció en esta obra de la Escuela de Capacitación Agraria que tomó como propia hasta el punto que cuando se produjo su temprana muerte en 1958 —Franco ya había prescindido de él como ministro el año anterior—fue enterrado en la restaurada iglesia monástica. Esto supuso el inicio de una nueva época para la institución desde 1954, con la competencia del Ministerio de Agricultura y con la continuidad de los Hermanos de la Salle. En 1985, se hizo cargo del centro la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León. En la actualidad, con casi ciento cincuenta alumnos con una notable experiencia en la formación del campo y de los agricultores, la oferta se centra en distintos ciclos formativos de producción agropecuaria, sin olvidar el mundo del vino o del paisajismo y medio natural, así como la formación para el empleo en actividades auxiliares y la existencia de un internado mixto. Todo ello ha posibilitado la conservación de un magnífico patrimonio histórico en sus grandes instalaciones. La Santa Espina, con la presencia continuada de los Hermanos de La Salle como eligió la fundadora, ha sido el centro de referencia para el resto de escuelas de formación agraria.