La salmantina celebra un  cuarto de siglo de trabajo en el medio rural, un  éxito que mucho tiene que decir de la farmacéutica

Se ha convertido en una de las caras más reconocibles de Medina de Rioseco y comarca. La farmacéutica Myriam Gutiérrez se ha colado en los corazones de los vecinos de la zona para ayudarles a superar ese resfriado, aconsejarles sobre qué tratamiento facial es el más adecuado, y en general, buscar que tengan mejor salud.

Fue el 1 de enero, pero de hace 25 años, cuando una joven farmacéutica salmantina se puso por primera vez tras el mostrador de su farmacia, en la calle San Juan, de Rioseco. El matrimonio que formaban Carmen Herrero y Carlos Palencia se jubilaba y traspasaban las dos farmacias locales. «Una amiga asumió la gerencia de la que se encuentra en la Rúa Mayor, y yo cogí las riendas de esta otra».

Nace así Farmacia Myriam Gutiérrez Laguna, que un cuarto de siglo más tarde sigue siendo todo un referente en la ciudad y los pueblos de alrededor. Aunque los inicios no fueron fáciles. «Me vine sola porque mi marido, como profesor de instituto, estaba destinado en Ciudad Rodrigo; así que no conocía a nadie». Apenas sabía de Medina de Rioseco y sus costumbres porque «viniendo de Salamanca me sonaba mucho más Medina del Campo», reconoce. Sin embargo, encontró dos grandes apoyos. Por una parte su auxiliar, Casto –que se jubiló hace tres años-, y que «tanto él como su familia me ayudaron mucho». Por su parte, Manolo y Maricruz «me acogieron como si fuera su hija y fueron los encargados de acercarme como nadie a las tradiciones locales y su Semana Santa, y eso que ella era asturiana».

Han sido 25 años «que han pasado muy rápido, sobre todo los últimos». Junto a sus cinco empleados –dos farmacéuticos, dos técnicos y la responsable de la limpieza- vive momentos de cambios constantes en un sector que mira hacia Internet con fuerza. «La entrada de la receta electrónica supuso una revolución». Y aunque tiene sus detractores, «es muy positiva para los profesionales y también para los pacientes, a pesar de que tengan que venir más veces a por su medicación, ya que antes podían pasarse por la farmacia una sola vez al mes y llevarse lo que necesitaban».

Sin embargo, la venta online de productos de parafarmacia ha cambiado la tendencia en las ventas en los últimos tiempos. «Se nota que las personas más jóvenes compran mucho por Internet este tipo de artículos». En el caso de esta farmacia terracampina, «la clientela acude para comprar a nuestro local, pero sí notamos la competencia en la Red y que nuestras ventas crecen en el portal web del que formamos parte en una cooperativa». En este sentido, avanza que «muy pronto estrenaremos nuestra propia tienda online».

Si bien las ventas tienden a hacerse cada vez más desde detrás de la pantalla de un ordenador, «el cambio en los próximos diez años será enorme». Y es que «existen muchos campos de investigación abiertos y cada vez habrá mejores soluciones y más eficaces a las distintas patologías; y todo ello a precios asequibles». La riosecana de adopción recuerda cuando vio su primera caja de Omeprazol hace 30 años: «Costaba 5.600 pesetas y era un fármaco desconocido; en cambio, ahora es el protector de estomago más utilizado y su valor es de 2,42 euros». Pero la evolución ha sido exponencial, y «antibióticos que en su momento eran innovadores ahora son cotidianos, pero también más útiles y con menos efectos secundarios».

Aunque la pandemia rompió los moldes por lo desconocido y obligó a cambiar la forma de trabajar, vivir «y nos privó de personas muy queridas», lamenta Myriam. «Al principio tuvimos miedo porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos y no teníamos material, ni tan siquiera mascarillas y guantes». Además, «tuvimos que organizarnos en turnos por si alguno de los compañeros caía enfermo».

También han sido 25 años de anécdotas. Por la farmacia riosecana «han pasado personas que querían comprar botellas de agua, bolas de alcanfor e incluso tabaco, porque habían escuchado que se iba a empezar a vender en este tipo de espacios». Un cuarto de siglo en el que Myriam se ha convertido «en una riosecana más»; no obstante, sus dos hijos figuran como nacidos en la ‘Ciudad de los Almirantes’.

Una apuesta por la farmacia y la atención en el medio rural que bien merece soplar con mucha fuerza esas 25 velas.