Hoy, 25 de febrero, se cumple el quinto aniversario del fallecimiento del deportista de Urueña Jesús Negro de Paz, que fue atropellado por un camionero que invadió el arcén de la ronda exterior VA-30, en un accidente en el que también resultó herido Aitor Martínez.
Su hermano Gregorio recuerda a Jesús a través del siguiente texto:

«Te extraño más que nunca y no sé qué hacer. Despierto y te recuerdo al amanecer, me espera otro día por vivir sin ti. El espejo no miente, me veo tan diferente, me haces falta tú…
Hoy 5 años de aquel trágico día en el que un camionero te arrebató la vida porque tenía que utilizar el teléfono enviando un wasap.
Una imprudencia que te sentenció a muerte y a tu familia a cadena perpetua en un solo segundo. La justicia no es justicia si se demora en el tiempo, ya son 5 años los que llevamos luchando porque se haga algo de justicia.
La justicia es un principio moral que deriva a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde.
Desgraciadamente nos asignaron un juez que concatenó sucesivos errores de principiante, creer el arrepentimiento de un homicida que en el juicio quedó más que demostrado que mintió, los testigos y el informe pericial lo dejaron claro.
Gracias a la Audiencia Provincial que decretó el ingreso en prisión y al consejo de ministros que desestimó el indulto que pedía el condenado, subsanó el error garrafal de la sentencia y cambia la multa de 1080 euros que dictó el juez por los 2 años y 4meses en prisión.
El tiempo volvió a dar la razón a la familia donde aquel homicida que presumía de estar arrepentido y querer reparar el daño que había causado, decidió en la ejecución de ingreso en prisión darse a la fuga. Ya cinco meses en busca y captura, el condenado sigue en paradero desconocido. Nos preguntamos ¿Ese juez de lo penal número 3 no debería tener responsabilidad jurídica en los sucesos acaecidos?.
Para administrar justicia de verdad y buena fe, mejor que letraduría, nobleza hay que tener.
Donde no hay justicia es peligroso tener razón, y más difícil conseguirla como ocurre en nuestro caso.
Cuando un juez victimiza al verdugo y no escucha a las víctimas se convierte más en cómplice que en administrador de justicia.
Cuando lloras a los que quieres también luchas por defenderlos hasta tu ùltimo aliento».