Tras seis años de procesos judiciales, por fin, y gracias a la insistencia de la familia, se ha hecho algo de justicia por la muerte de Jesús Negro de Paz. El camionero portugués ingresa en prisión para cumplir la pena de dos años y cuatro meses de prisión impuesta por el juzgado de lo penal número 3.

Tras el primer juicio, donde el otro ciclista atropellado deja el proceso, después de recibir las indemnizaciones y mejoras laborales que pedía se retira, dando un abrazo al homicida del malogrado Jesús Negro. La defensa del homicida recurre la sentencia y sorprendentemente el juez Miguel Ángel M. M. la modifica e impone una multa de 1.080 euros. Alega que el reo no ingrese en prisión porque se dan tres supuestos: percibe en el homicida arrepentimiento, André D.C. dice que ha querido reparar el daño causado y tiene una hija de 17 años a la que pasa una manutención de 100 euros, que vive con la madre pues él está separado.

La familia de Jesús Negro recurre la sentencia a la Audiencia Provincial quien tumba los tres argumentos del juez Miguel Ángel M.M: difícilmente puede estar arrepentido el camionero cuando no reconoció ser el responsable de los hechos, durante el juicio mintió y echó la culpa del accidente a los ciclistas. Además, no puede reparar el daño de una muerte, las indemnizaciones las pagó la asegurada y dilató hasta el infinito el proceso judicial alargando la agonía de la familia, a la que solo pidió perdón en la sala. La familia lo valora como un acto favorable para rebajar su condena. Y finalmente, la manutención de su hija se puede pagar con el desempleo que le queda cuando ingrese en prisión.

Acabado el proceso judicial el condenado quema su último cartucho y pide el indulto al Gobierno. Por una parte, el juez de lo penal número tres redacta un informe minucioso para que le concedan el indulto y la abogada de la defensa se centra en el abrazo y un artículo periódico del otro ciclista donde habla del perdón. Al otro lado el abogado de la familia, un informe de la Audiencia Provincial y una fiscalía que pasa de puntillas con un informe de línea y media donde dice que apoya el ingreso en prisión. El Consejo de Ministros le deniega el indulto y pide que ingrese en prisión.

El juez Miguel Ángel M.M requiere su presencia en los juzgados portugueses para que ingrese en prisión y el condenado no se persona. El juez dicta busca y captura. Después de un año en paradero desconocido, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado le ponen en disposición judicial. «Esa era la forma en que quería reparar la muerte de mi hermano» denuncia Goyo Negro.

El hermano del ciclista fallecido, valora el trabajo de juez, como una gran chapuza y falta de rigor, donde solo se han respetado los derechos del homicida y se han marginado los del fallecido.

Por fin, la familia logra que el homicida de su ser querido ingresé en prisión. Seis años desgaste insoportable a lo que han sido sometidos por un juez y una justicia lasa, injusta y tardía.

Goyo Negro lamenta que no se cumpla la condena completa, sabe que en 6 meses el condenado estará disfrutando de los permisos penitenciarios donde solo irá a pernoctar a prisión. En menos de 1 años estará totalmente libre.