Vecinos y escolares brindan homenajes al coordinador del Bibliobús de la Diputación de Valladolid y responsable de la zona norte de la provincia que se jubilará en los próximos días

37 años llevando «un mar de aventuras» a los pueblos de Tierra de Campos y Torozos. Fernando Freyre se despide en estos días de los lectores a los que ha acercado un sinfín de libros, películas o revistas a bordo de su Bibliobús. Será el próximo viernes 16 de junio cuando diga definitivamente adiós para jubilarse y emprender una nueva etapa. Su última parada será Villanubla, en donde 200 escolares se subirán por última vez al vehículo para llevarse ese cuento o novela en la que sumergirse durante las siguientes semanas. Pero también para saludar una vez más a su «colega de pelo blanco». Aunque no será una despedida definitiva porque «de vez en cuando volveré a los pueblos para saludar», reconoce.

Y es que Fernando no solo es el coordinador de este servicio de la Diputación de Valladolid y responsable de la zona norte de la provincia de Valladolid.  Se ha convertido es una parte más de la comarca y en una de esas caras amigas por excelencia para buena parte de la ciudadanía. «Son muchos años de visita a los pueblos, así que tanto infancia como adultos son una segunda familia para mi».

Son varias las generaciones que se han subido a su biblioteca móvil. Niños y niñas que ahora son personas adultas. «Una de las cosas que más me alegran es cuando me reconocen y me dicen «te conocimos en el bibliobús»». Tampoco han faltado usuarios «incluso de más de 90 años con los que he llegado a tener una relación muy estrecha». Algunos de estos vecinos «han fallecido y he acudido a sus funerales».

«Tengo sentimientos encontrados», afirma. Porque las muestras de ternura y aprecio por su persona son enormes en estos días en cada uno de «sus pueblos». «Me muestro tal y como son en la vida. Doy cariño, que es algo que estoy recibiendo con creces, lo que indica que he hecho bien mi labor durante todo este tiempo».

El homenaje fue multitudinario ayer en el C.R.A. Campos Góticos, en donde todos los escolares se reunieron para mostrar su agradecimiento a Fernando. Por su parte, el alumnado de cuarto leyó unas emotivas palabras, le entregaron un obsequio y un libro de dibujos y frases.

En la mañana de hoy las muestras de cariño se extendieron al C.R.A. Villas del Sequillo. En Villabrágima los escolares le daban algunos detalles y cartas. La siguiente parada fue Villafrechós. Después de que infancia y adultos bajaran del Bibliobús, Laura, Nati y Paqui le regalaron una carta que agradecía «su amistad y trabajo». Las tres reconocían que a pesar de que Fernando aún no se había ido «ya le echaban de menos». Por último, le entregaban unos búhos. Una de sus grandes pasiones, ya que el bibliotecario es coleccionista de figuras de tres centímetros de este ave. Impacientes esperaban los escolares, que le dieron una bonita cartulina con sus fotos y unos dibujos de peces que nadaban en ese «mar de aventuras» que Fernando les acerca a través de la literatura y la cultura.

Pero son muchas las cartas que ha recibido durante las últimas semanas. «No me ha dado tiempo a leerlas todas, pero a medida que lo hago se me escapa alguna lágrima». Lo que tampoco han faltado son las coletas. Una de las ‘tradiciones’ de Fernando es tirar de forma cariñosa de las coletas de las niñas, así que las pequeñas de los pueblos se peinaron de esta manera para recibir su último ‘tirón’.

Un mar de emociones que darán paso a una nueva aventura. Una renovada etapa en la que «seguro no me voy a aburrir porque tengo muchos proyectos». Entre sus planes se encuentra visitar más a menudo a su hija, que vive en Alemania, realizar su tesis doctoral sobre pilas bautismales del Románico del norte de Palencia y Burgos, aprender alemán, restaurar aperos de labranza, ir de caza o a la bodega de su pueblo.

Antes de despedirse reconoce que le hubiera gustado compartir su experiencia con la persona que le sustituya para que «pudiera ver mi dinámica de trabajo y como he funcionado todos estos años». Para Fernando «el rato de Bibliobús tiene que ser para la infancia algo distendido». Y es que «los niños y niñas tienen que ‘dar guerra’». Además, «siempre he sido muy benévolo en cuanto a entregas de los tomos».

Por último, Fernando reivindica este servicio, que «es muy importante para los pequeños pueblos, cuyos Ayuntamientos no pueden tener una biblioteca estable». Los libros no pueden faltar en ningún lugar, por remoto que sea por despoblado que esté, porque «la cultura de un país se mide porque el ciudadano pueda acceder a la cultura de manera próxima».