Tras la suspensión de la procesión del Mandato el Jueves Santo en Medina de Rioseco el frío de este Viernes Santo se podía considerar un mal menor. Las cicatrices de las intensas lluvias de la jornada anterior estaban muy cercanas, pero la procesión de la Soledad pudo desfilar. Y eso que la lluvia -e incluso el granizo- hizo acto de presencia cuando faltaba menos de una hora para que los conjuntos escultóricos de La Crucifixión y el Descendimiento salieran del salón de pasos.

Antes, se habían celebrado los populares refrescos y el desfile de gremios por las calles riosecanas hasta el Ayuntamiento, en donde esperaban las autoridades que participarán en la procesión y los Santos Oficios.

Poco antes de las ocho de la tarde ni un alfiler cabía en torno a la Capilla de los Pasos Grandes. Al fin suena La Lágrima y tras las últimas indicaciones comienza a verse la silueta de La Crucifixión del Señor, que se eleva sobre los cofrades. Hace frío, pero las miradas permanecen fijas hacia la puerta. Se oyen las voces de los 20 hermanos hacen evidente el enorme esfuerzo. Después de las costosas maniobras finalmente la imagen está en el exterior.

A continuación, llega el turno de La Escalera. De nuevo se repite el golpe de fe y esfuerzo hasta que el codo de Nicodemo logra salvar el dintel. Aplausos y emoción en la retinas. Tanto en los ojos de los que ven el momento por primera vez como para los que la Pasión riosecana va cosida a su historia personal. La Procesión de La Soledad ha comenzado. A continuación, llega el turno del Cristo de los Afligidos y el de La Paz, que salen de Santa María ante la presencia de decenas de teléfonos móviles que inmortalizan el instante. La Virgen de la Piedad, Sepulcro y Soledad completan la procesión.

Los pasos avanzan hasta la Rúa Mayor al compás de la música y los cientos de personas que arremolinan bajo los soportales. La Plaza Mayor es el momento de los relevos antes de seguir. Tras completar La Rodillada, reverencia a la Virgen de la Cruz, y de subir la Calle Mediana en apenas dos posos, la Salve a la Virgen de La Soledad es un canto a la esperanza, antes de que los pasos vuelvan a entrar a la iglesia de Santa María y su capilla.