En los últimos años han proliferado en buena parte del territorio instalaciones de energías renovables. La ciudadanía observa como las tierras de cultivo cambian por terrenos industriales. Y si primero fueron los molinos eólicos los que se alzaron en el cielo de Montes Torozos y Tierra de Campos ahora son las placas fotovoltaicas las que parece ocuparán buena parte del suelo.

Con el fin de que estas nuevas energías cuenten con una gestión adecuada y «con cabeza», nace la asociación SOS Montes Torozos, que se presentó oficialmente el pasado 19 de marzo en el centro cultural de Villalba de los Alcores, que se llenó. 

Precisamente, la puesta de largo de esta plataforma tuvo lugar en una localidad, en la que se ha proyectado 3.200 hectáreas de parques solares. Si nos vamos un poco más lejos, a la Tierra de Campos zamorana, descubrimos que serán 800 hectáreas las que se destinarán a este mismo tipo de proyecto; en concreto, en Villamayor de Campos.

Ricardo Miranda, uno de los responsables de la asociación, señala que SOS Montes Torozos «nace para intentar hacer algo con la que se no está viniendo encima con las renovables; más ahora,  cuando empieza a haber una ‘marabunta’ de parques fotovoltaicos». Subraya que desde su plataforma «nadie está en contra de las energías renovables, pero no con las maneras con las que se está actuando, y sin que se consulte a la población».

La asociación, que «no cuenta con ninguna afiliación política ni va en contra de nadie, tan solo busca apoyo social para actuar». Porque «sí se pueden detener proyectos». Un ejemplo de ello es la Asociación Defensa Valle Esgueva, que ha conseguido paralizar dos plantas fotovoltaicas en Renedo. Así pues, «queremos que los Ayuntamientos se posicionen».

La también integrante de la plataforma Catalina García subraya que «las renovables afectan en tres dimensiones: ambiental, social y económica». En relación a la primera de ellas «el daño de la solar es mayor, en cuanto al cambio uso del suelo, por la gran ocupación que tiene». Además, «son plantas completamente valladas en las que nada puede entrar ni salir. Ocupan mucho y supone la variación de suelo rústico y agrario a industrial, lo que afecta al sector primario y a la caza, porque desplaza a la fauna». Y es que «es imposible que la fauna pase a otras zonas lo que hace que las poblaciones se aíslen y no haya variación genética,  hasta que la especie colapsa». En este sentido, recordó la crisis de la covid-19, que «surgió por una zoonosis». Algo que «favorece la pérdida de biodiversidad». Sin olvidar que  «afectan a las aves esteparias planeadores, que se vinculan a los cultivos».

Proyectos que tienen «su impacto a nivel medioambiental, ya que separa dos zonas protegidas de la Red Naura, la Zepa de la Nava y el LIC -Lugar de Importancia Comunitaria- de Montes Torozos».

En cuanto a la energía eólica, recordó que «tiene un daño directo sobre las aves planeadoras como buitres, que sufren daños directos por las palas o los propios tendidos eléctricos».

AFECCIONES SOCIALES

Catalina García habló también sobre afecciones sociales, ya que la instalación de estos parques «conlleva una pérdida de población». Porque «nadie quiere vivir en un espacio industrial y debemos recordar que mucha gente que reside en los pueblos lo hace para estar en contacto con la naturaleza».

Por último, hizo hincapié en que «este tipo de energías no fijan empleo en los pueblos». Sí bien es cierto que «se crean puestos de trabajo durante el periodo de instalación, más tarde apenas de necesitan operarios para su mantenimiento». 

La charla finalizó con la intervención de Angélica Pérez Calvo y Helena Sánchez-Reyes Mas, de Asociación Defensa Valle Esgueva, que consiguió que el pleno de Renedo rechazara, por unanimidad, el interés general del proyecto fotovoltaico previsto para el municipio.