Con raíces en Aguilar de Campos, Miguel Cuadrado ha sido campeón de España en difentes categorías de boxeo durante los últimos años, ahora, su sueño es estar en Tokio

Texto entrevista: EMILIO RAMOS

Empezó en el mundo del boxeo por casualidad. Tras probar otros deportes un buen día comenzó en el gimnasio de su barrio con la práctica e esta disciplina. Con raíces en Aguilar de Campos, Miguel Cuadrado ha sido campeón de España en difentes categorías durante los últimos años. Ahora, su sueño es estar en Tokio, en las próximas Olimpiadas.

Naciste en Valladolid, pero ¿qué relación tienes con Aguilar de Campos y qué recuerdos tienes?

La relación que tengo con Aguilar es que mi padre y su familia son originarios de allí. Mi padre estuvo viviendo muchos años en Aguilar y desde que tengo uso de razón mi abuela ha vivido en el pueblo y los mejores recuerdos que conservo son en torno a ella. La perdí hace dos años y cada vez que vuelvo al pueblo me acuerdo de todos los veranos y fines de semana que he pasado en aquella casa y sobre todo con mi abuela.

¿Qué crees que es lo mejor de la vida rural en comparación con las ciudades? ¿podría un deportista de élite vivir y entrenar en el pueblo?

Yo creo que lo mejor de la vida rural es la tranquilidad, el aire puro y la naturaleza, que al fin y al cabo aportan sosiego a la vida. Las ciudades son más caóticas y el estrés de la ciudad se te acaba pegando. Lo peor es la falta de medios, la necesidad de acercarte a la ciudad más próxima para conseguir ciertas cosas. Yo creo que sí que podría entrenar perfectamente en un pueblo. Necesitaría adaptar y acondicionar ciertas cosas, montarme un pequeño gimnasio. Si bien, la mayor limitación sería tener una pareja para hacer técnica, hacer sparring… Si contara con esas dos cosas podría perfectamente entrenar en un pueblo; es más, para algunas cosas como la preparación física sería muchísimo mejor, porque entrenaría en aire puro y con mucha tranquilidad y correr por los caminos,  sería muchísimo mejor.

¿De dónde te viene la afición por el bóxeo?

Empecé de casualidad, pues en mi familia no había cultura boxística y entré un poco de rebote. Probé bastantes deportes como el baloncesto o natación. Pero ninguno me convencía y al final no continuaba. Afortunadamente, mi madre, tanto a mi hermana como a mí, siempre nos ha empujado a hacer deporte, porque lo veía necesario, sobre todo para que nos desfogáramos, porque yo era un niño un poco guerrero, así que al final, me apunté al gimnasio de mi barrio para probar, y hasta ahora.

Cuéntanos un poco sobre tu andadura en el mundo del boxeo.

Empecé despacio. Debuté con 17 años, cuando llevaba unos dos años entrenando, y al poco tiempo, en 2013, conseguí el campeonato de España ‘junior’, pero luego no conseguí ser campeón de España ‘élite’ hasta 2017 por comunidades (ya había sido un par de veces campeón de España por clubes). En total tengo nueve campeonatos nacionales entre comunidades y clubes. El año pasado conseguí ser quinto de Europa y estoy a dos combates de poder clasificarme para las Olimpiadas de Tokio, que es mi mayor objetivo y sueño, y ahora mismo estoy en el pusto 27 del ranking mundial de boxeo amateur.

Has “aparcado” los estudios universitarios, ¿crees que son importantes para un deportista de élite?

Estudiaba ingeniería mecánica, pero al pasar a formar parte del equipo nacional y entrar en el año olímpico paré. Se debió a la gran exigencia de los entrenamientos y, sobre todo, para estar pendiente de una sola cosa. Creo que los estudios son muy importantes. Hay que saber llevar ambas cosas bien y creo que es posible, aunque con mucho esfuerzo, eso sí. Yo preferí jugármelo todo a una carta, porque la Olimpiada es el acontecimiento más importante que hay para cualquier deportista. No quise arriesgar para no distraerme y preferí aplazar los estudios porque creo que puedo retomarlos después de Tokio. La oportunidad de la olimpiada es única.

¿Cómo has vivido el confinamiento?

Lo he pasado en Valladolid, en casa de mis padres, donde vivo una parte del año. Porque otra parte, la vivo en Madrid, donde llevo concentrado desde 2017 con la selección española. Fue bastante duro, porque estaba en pleno torneo y me faltaban dos combates para conseguir la gloria olímpica. De repente todo se truncó por el virus. El torneo quedó paralizado y pospuesto hasta febrero de 2021. Fue un cambio muy repentino y muy duro. De estar jugándome todo por lo que llevo trabajando estos años a, de repente, estar encerrado y con la incertidumbre de si iban a aplazar los juegos o si me iba a dar tiempo a llegar en condiciones, porque no se conocía la decisión que iban a tomar. Estaba bastante agobiado porque en casa no podía correr, hacer sparring, o técnica en pareja. Me hice con un saco y, con los consejos del preparador físico del equipo, y de mis entrenadores, Rafa Lozano y Carlos Peña, pude mantener la forma.

¿Qué expectativas tenías respecto a Tokio 2020?

Los de Tokio serían mis primeros juegos olímpicos. El aplazamiento la verdad es que fue un respiro, porque si lo hubieran mantenido, de la manera que estábamos en España, porque en otros países el confinamiento tardó más, hubiéramos llegado con una forma física mala. Algo que me agobió las primeras semanas. El aplazamiento fue una gran noticia, porque suponía que íbamos a tener tiempo para volver a ponernos en forma y poder disputar en condiciones a la plaza y poder lograr eso que tanto queremos todos que es llegar a la olimpiada. La expectativa que tenía respecto al torneo era clasificarme. Creo que era bastante posible. Llegué en un momento de forma perfecto. Ahora ya sabemos lo que tenemos qué hacer y cómo tenemos que entrenar. Tenemos que hacerlo igual o mejor y aprovechar este tiempo y llegar en mejores condiciones a febrero del año que viene para que las altas probabilidades de clasificación que teníamos sean todavía mayores.

¿Qué valores y aspectos positivos del boxeo nos puedes contar?

Lo mejor que me ha dado el boxeo es el aprendizaje de la constancia y sacrificio por conseguir un objetivo y eso lo traslado a cualquier ámbito de la vida. Me ha dado una disciplina de trabajo, me ha enseñado que nada es gratis. Hay que trabajar por las cosas y si trabajas duro lo puedes conseguir. Lo peor es que es un deporte muy duro, hay que entregarse mucho, porque no es solo entrenar e irte a casa, o los golpes, que puede ser lo más llamativo, sino que la disciplina para dar el peso la tienes que tener las 24 horas. Yo no puedo salir de entrenar y comer lo que quiera. Tengo que seguir una dieta estricta porque en la báscula tengo que dar 75 kilos que es la categoría en la que compito. Si yo el día de la competición me paso de ese peso, automáticamente quedo descalificado. Y después de un combate, en la siguiente ronda tengo que volver a dar el mismo peso. Quizás eso es lo “peor” del boxeo, que es muy sacrificado, pero eso hace que cuando consigues cosas sea muy reconfortante.

¿Qué perspectivas de futuro tienes?

Ahora mismo mis expectativas son clasificarme para Tokio, no veo más allá. Llegar a las olimpiadas y poder disputar una medalla o conseguir buenos resultados. Llevo muchos años luchando por ello y no puedo ver más allá. Casi desde que debuté mi sueño era llegar a unas olimpiadas, y ahora que está tan cerca no veo otra cosa. Estoy prácticamente obsesionado, con muchas ganas de poder entrenar al máximo, de que se normalice ya la situación, ponerme al 100 por 100 para poder conseguir aquello que llevo tantos años persiguiendo.